18 Jul
18Jul

Por naturaleza, somos propensos a buscar seguridad ante todo. Grandes pensadores como Abraham Maslow coinciden en que buscamos estabilidad en todas las áreas de nuestra vida. Maslow sugiere que la búsqueda de seguridad es una de nuestras necesidades fundamentales. Del mismo modo, Sigmund Freud afirmaba que todos tenemos un impulso hacia la conservación y la seguridad como una forma de evitar el dolor y el sufrimiento. En cuanto a nuestras finanzas, también buscamos un balance y seguridad, donde nuestras inversiones nos den rendimientos acorde al nivel de riesgo, como señala Harry Markowitz. Además, inversores reconocidos como Kahneman y Tversky demostraron que tendemos a ser aversos al riesgo.

Un ejemplo que todos podemos entender es que conocemos a alguien que prefiere tener dinero en mano para cualquier emergencia. Este comportamiento refleja una debilidad en nuestra administración financiera: la búsqueda de seguridad y el equilibrio para evitar riesgos.

Jesús ilustra este patrón de pensamiento en Mateo 25, en la parábola de los talentos, que hemos revisado en un blog anterior. En los versículos 24-25, se cuenta: “El siervo que había recibido mil dijo: ‘Maestro, sé que tienes altos estándares y odias la negligencia, que exiges lo mejor y no toleras los errores. Tuve miedo de decepcionarte, así que encontré un buen lugar para esconder tu dinero y asegurarme de que estuviera a salvo. Aquí está, intacto hasta el último centavo.’ El maestro se enfureció. ‘¡Esa es una manera terrible de vivir! ¡Es criminal vivir con tanta cautela! Si sabías que buscaba lo mejor, ¿por qué hiciste menos de lo mínimo? Lo mínimo que podrías haber hecho era invertir el dinero con los banqueros, donde al menos habría obtenido un poco de interés.'(MSG)

Administrar nuestras finanzas requiere cerrar las puertas al miedo y encontrar un balance en la aversión al riesgo. Esto demanda una mentalidad madura, fundamentada en la seguridad de Dios y los principios del reino. Estos principios se basan en la obediencia a la fe, lo que implica que ni la incertidumbre, ni el miedo, ni el riesgo pueden desestabilizar una administración financiera basada en la obediencia.

Para tener una administración eficiente para invertir se nos encomienda a no especular y seguir una mentalidad de rebaño. Lucas 14:28-30 dice: "¿Hay alguien aquí que, al planear construir una casa nueva, no se sienta primero a calcular el costo para saber si podrá completarla? Si solo logra echar los cimientos y luego se queda sin dinero, va a lucir bastante ridículo. Todos los que pasen por ahí se burlarán de él, diciendo: '¡Empezó algo que no pudo terminar!'"

Debemos ser inversores, lo que implica mantener un ritmo constante, alejarnos de la pasividad y tener visión a largo plazo. Proverbios 6:6-11 "Cuando te sientas perezoso, ven y aprende una lección de este cuento de la pequeña hormiga. Sí, todos ustedes holgazanes, vengan y aprendan del ejemplo de la hormiga y adéntrense en la sabiduría. Las hormigas no tienen jefe, ni gerente, ni nadie que les diga qué hacer. Las verás trabajando y esforzándose todo el verano, acopiando su alimento en preparación para el invierno. Así que despierta, dormilón. ¿Cuánto tiempo seguirás ahí acostado? ¿Cuándo te levantarás y saldrás de la cama? Si sigues cabeceando y pensando: 'Lo haré después', o te dices a ti mismo: 'Solo me sentaré un rato y tomaré las cosas con calma', ¡solo observa cómo se desarrolla el futuro! Haciendo excusas aprenderás lo que significa quedarte sin nada. La pobreza te acechará como un bandido y se instalará como tu compañero de vida."

Una visión sin un ancla no sirve de nada porque se convertirá en un sueño inalcanzable. Por eso, como administradores financieros, debemos construir toda inversión sobre los principios del Reino. 1 Timoteo 6:17-19 nos aconseja: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos, atesorando para sí buen fundamento para lo porvenir, que echen mano de la vida eterna.”

El avance financiero es el resultado de un estilo de vida de constante obediencia a los principios financieros de Dios. La prosperidad económica es la recompensa de aquellos que eligen transitar el camino de la obediencia financiera. Proverbios 3:9-10 nos asegura: “Honra a Jehová con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.”

Mantener una administración financiera bajo los principios del reino y en la obediencia a la fe trae una claridad en nuestra seguridad en la toma de decisiones. La misma iglesia de Macedonia en medio de la pobreza, vivían en los principios del reino financieros, expresando generosidad (2 Corintios 8:1-5), También Isaac sembrando en tiempo de escasez cosechó al ciento uno (Génesis 26:12-14), la viuda de Sarepta compartió su última comida con Elias y fue provista (1 Reyes 17:8-16) .

Todos estos hechos reflejan que mantuvieron una visión firme en la seguridad de Dios, porque el reflejo de estos principios aún en medio de la profundidad trae liberación de recursos, una manifestación de la provisión de Dios.

No seamos como el joven rico que no pudo desprenderse de las riquezas, sino más como aquellos que siguen Su principio y obedecen en Su nombre.


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