En ocasiones, al asumir la responsabilidad de trabajar con personas, perdemos de vista el enfoque por el cual nos embarcamos en esta misión. El enfoque se centra en vivir una vida conforme a los principios enseñados por Jesús, con énfasis en el amor, la compasión y la obediencia a Dios.
Nuestro anhelo hoy es redescubrir cómo y cuánto estamos trabajando en nosotros mismos para que Cristo sea formado en nosotros. A través de esta formación, aspiramos a influir de manera correcta y profunda en esta generación.
Las palabras de Pablo a Timoteo resuenan en nuestras mentes:
“ …que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, en el amor, en la fe y en la pureza” 1 Timoteo 4:12b
Pablo insta a Timoteo a ser un ejemplo en todos los aspectos, no solo liderando con conocimiento sobre Cristo, sino manifestando la conducta, el hablar, el amor, la fe y la pureza de nuestro Señor Jesucristo.
Esto nos lleva a reflexionar en un par de interrogantes:
A menudo señalamos y corregimos actitudes en los jóvenes que ministramos, pero cuán necesario es no descuidar el presentarnos ante Dios con el anhelo de que examine nuestro corazón, nuestras intenciones y seamos enseñados y transformados por Él.
La vida de Jesús nos inspira; sus enseñanzas no solo eran palabras, sino una manifestación de la Vida que había en Él, y eso anhelamos para cada uno de nosotros, que nuestro liderazgo refleje esta entrega completa y verdadera a Cristo, permitiendo que cada día sea una oportunidad para que Él sea visto en nosotros.
Si logramos esto, la influencia será solo una consecuencia de habernos sumergido y dejado transformar en Él y por El.
De esta manera vemos que si tenemos un enfoque correcto, nuestra influencia será la correcta.
Nos dejo para finalizar la siguiente frase de Alberto Schweitzer:
“Dar ejemplo no es la principal manera de influir en los demás, es la única”