14 Mar
14Mar

Permítanme compartirles esta impresión en mi espíritu: “A los fieles, decirles que Dios está en el Asunto”

Hay una gran batalla en la mente para doblegar la fidelidad y la fidelidad no es un asunto menor, ya que Dios se presenta como Fiel.

Recordemos las palabras de Jesús en Mateo 28:20; “…He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”

Su Fidelidad no varía conforme a las circunstancias temporales, porque es Eterna. Dios no tiene que esforzarse por ser fiel; Él es fiel. La Fidelidad es Su Naturaleza expresada de manera continua sobre Sus hijos. De hecho, sería saludable recordar las palabras en 2 Timoteo 2:13; “Y aunque no seamos fieles, Cristo permanece fiel; porque él jamás rompe su promesa”. En otras palabras, Dios, a través de Su Hijo hizo un Pacto de Eterno de Fidelidad. Por esto, Su Fidelidad es inquebrantable.

Dios no es fiel o infiel a causa de aquello que responde a mi favor o no. Dios es Fiel porque su fidelidad es el fundamento de Su Gobierno.

Dice Hebreos 13:20-21; “Y ahora, que el Dios de paz quien levantó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas, y que ratificó un pacto eterno con su sangre, los capacite con todo lo que necesiten para hacer su voluntad. Que él produzca en ustedes, mediante el poder de Jesucristo, todo lo bueno que a él le agrada. ¡A él sea toda la gloria por siempre y para siempre! Amén”

Observemos que: “Todo lo que podamos llegar a hacer conforme a Su Voluntad, debe nacer de ese Pacto Eterno. ¿Por qué? Porque desde ese Pacto Dios muestra Su Soberanía. Al Ser Eterno, traspasa toda circunstancia del tiempo pasado, presente y futuro. Es decir, la esencia de Su Fidelidad es confiable en todos los sentidos.”

Fidelidad no como un Concepto, sino, como una manifestación de Su Naturaleza

No podemos olvidarnos, que Fidelidad es Don de Dios impartido por medio de la Vida del Espíritu Santo. Dice Gálatas 5:22; “En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!”

La mayoría de nosotros, entendemos Su Fidelidad como un Concepto (Opinión o Juicio personal), sin embargo, se nos hace difícil disfrutar Su Fidelidad como nuestra realidad.

Hablamos de Su Fidelidad, la Enseñamos, pero son en los momentos de presión donde tenemos la tendencia de echar mano a la razón y no a la Fe que nos conduce siempre a Su Fidelidad.

Pablo lo exhorta a su hijo Timoteo a “echar mano de la Vida Eterna” (1 Timo. 6:12), no a la razón. “Hacer nuestra la Vida Eterna” (significa de “echar mano”) nos da acceso a disfrutar de Su Fidelidad.

Nunca la razón nos permitirá ver Su Fidelidad, porque la razón necesita pruebas tangibles para la necesidad presente, sin embargo, Dios resolvió la necesidad presente en la mente de aquel que logra madurar en el Señor. En aquel que logra Conocerlo como Padre y Como Señor.

Es interesante sacar la fidelidad del marco del concepto.

Su Fidelidad no pertenece al campo de la opinión humana. “No puede ser un debatida entre hermanos de la misma fe”. Quien discute de Su Fidelidad es porque no le Conoció. No es malo, solo no Lo conoció.

La espera, demuestra en quién hemos creído.

Cuando nos encontremos en ciertos procesos temporales; como expresa el Salmista en el Salmo 42:3; “Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?”. Donde no solo las personas, sino el razonamiento nos presiona con esa pregunta ¿Dónde está tu Dios? Debemos aprender a Esperar. Esperar es el arma más fuerte que tenemos para demostrar nuestra Fe.

Salmos 42:5; “¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.”

La respuesta a “¿Por qué te abates, oh alma mía?”, desde la razón, le sobrarán motivos. El alma abatida es el resultado de no estar rendida delante de Dios. Al alma siempre le sobrarán razones. Sin embargo, la respuesta es aún más clave: “Espera en Dios; porque aún he de alabarle”

Cuando decidimos esperar, “Le predicamos la Verdad al Alma”

Hermanos; “A la primera persona que le debemos predicar es a nuestra alma. Nuestra alma debe saber que Dios es y será siempre nuestra Salvación y Dios nuestro”.

Esperar, nunca podrá ser en nuestras fuerzas. No tenemos la capacidad para ello. Pero cuando le predicamos a nuestra alma desde la Verdad, el Espíritu Santo nos resalta Su Fidelidad.

Dios es el único lugar donde uno puede ir. Ser fieles en el proceso, en la prueba, no es otra cosa que una persona que se ha encontrado con la Fidelidad de Dios.

Dice el Salmo 37:3-4; “Confía en el Señor y haz el bien; establécete en la tierra y mantente fiel. Deléitate en el Señor y él te concederá los deseos de tu corazón.”

Confiar en el Señor: Es el resultado de una voluntad personal rendida.

Hacer el Bien: Es el resultado de haber sido gobernados por Su Voluntad.

Establecernos en la tierra: Es haber encontrado a Cristo para vivir y andar en Él.

Mantenernos Fieles: Es el resultado de haber aceptado Su Sistema de Vida.

Deleitarnos en el Señor: Es haber entendido que no existe nada más preciado y precioso que Su Persona.

Los deseos concedidos: Es la materialización de todo lo que Dios pensó desde la Eternidad para nosotros.


Siempre habrá esperanza para los que permanecen fieles.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.