25 Jul
25Jul

Salmo 42:5 (NBV) 'Entonces, ¿por qué desalentarse? ¿Por qué estar desanimado y triste? ¡Espera en Dios! ¡Aún lo alabaré de nuevo! ¡Él es mi Salvador y mi Dios! 

Cuántas veces nos hemos sentido de esta forma, desalentados, tristes, desanimados, o abatidos. Las diferentes situaciones que vamos pasando en nuestra vida hacen que nuestra alma comience a sentirse de esta forma; nos debilitamos de tal manera que no tenemos ganas de seguir, bajamos tanto la guardia que estamos expuestos a ser derribados en cualquier momento y por cualquier cosa. Al debilitarnos nuestra visión se nubla y nos preocupamos más en las cosas terrenales y pasajeras que en las cosas de arriba, y todo eso nos agobia tanto al punto de sentirnos abatidos.

Una persona que esta debil fisicamente, sin fuerzas, que le falta el aliento a la hora de realizar una tarea, en la mayoría de los casos es porque su alimentación no está siendo la indicada; y lo mismo es con nuestro ser interior, si leemos el inicio del salmo 42 el salmista nos dice que él tenía sed de Dios, y sabía que el alimento que necesitaba era Dios, porque lo único capaz de saciar su ser era beber y comer de Él.

Muchas veces tenemos estos mismos síntomas en nosotros pero debemos aprender a identificarlos para correr al lugar indicado. Nuestro ser necesita ser satisfecho y fortalecido por la vida de Cristo pero muchas veces a causa de nuestros días comemos cualquier alimento que parece llenarnos pero nunca nos satisface y al contrario, nos termina debilitando aún más y el problema de esto es que nos volvemos improductivos, no somos capaces de oír la voz del Espíritu hablándonos, no podemos verle porque nuestra visión se nubla, dejamos de ser funcionales al propósito y perdemos el sentido de nuestra vida.

Nunca vamos a poder lograr lo que Dios nos encomendó si estamos débiles y abatidos. La satisfacción de todo nuestro ser viene cuando nos alimentamos de su Vida y conocemos verdaderamente que es lo que se nos fue dado y quien es el que está con nosotros.

Mateo 28:18 (NBV) “Pero él se les acercó y les dijo:―He recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra.”

El saber que Cristo habita en nosotros y le ha sido dada toda autoridad sobre todo lo que existe nos afirma y nos da la seguridad de que si permanecemos en Él nada puede vencernos. Esta es nuestra seguridad que Él es sobre todas las cosas, El es rey y soberano, y nosotros somos parte de esa realidad, porque fuimos sentados juntamente con Él (Efesios 2:6) y somos partícipes de todo lo que el Padre le dio al Hijo (Romanos 8:17). Esto es lo que somos pero muchas veces a causa de no estar comiendo el alimento correcto y enfocarnos en las situaciones pasajeras nos olvidamos de esta realidad, lo que nos lleva a vivir nuestra vida de cualquier forma, pero cuando su espíritu vuelve a recordarnos que fuimos hechos Hijos nuestra vida recobra sentido.

El engaño trabaja para que dejemos de ver esta realidad, porque le conviene que permanezcamos ignorantes de quienes somos y a que fuimos llamados. Si el engaño logra que nos debilitemos y estemos abatidos entonces no podemos ser parte funcional del propósito eterno de Dios. Es sumamente importante que el Espíritu traiga luz para que todo engaño que nos atrasa sea quitado y podamos ser funcionales a su propósito.

Este propósito no es otro que llenar la tierra de su Gloria y que todos conozcan quien es El.

Mateo 28:19-20 (NBV) “Por lo tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones. Bauticenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer los mandamientos que les he dado…”

Para esto vivimos, para esto nos esforzamos cada día de nuestra vida. Tenemos el privilegio de ser la imagen visible de Cristo en la tierra y que las personas y sistemas que están en oscuridad puedan ser llenos de esa luz y vida que lo transforma todo. Que hermoso propósito se nos ha sido dado, pero no debemos debilitarnos sino ser llenos cada dia mas de Él. Hay personas que nos están esperando para ser alumbrados, hay personas que necesitan una palabra que los ilumine, y nosotros somos a quienes esperan.

Un alma satisfecha en Cristo es productiva y esforzada. Dios le pidió a Josue que sea esforzado en todo lo que haga, y esto es una de las cosas que debemos tener en nuestra mente. Esforzarnos para dedicarnos a conocerlo más, si somos responsables con buscarlo primeramente, las demás cosas que podamos hacer no nos costarán porque estamos fortalecidos para afrontar cualquier situación.

Mateo 28:20 (NBV) '”...De una cosa podrán estar seguros: Estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.”

Y esto es glorioso: a donde vamos, dondequiera que estemos, y pase lo que pase, estamos seguros de que Él está con nosotros. Él está, y no hay nada en este mundo que pueda cambiar esta realidad. Creemos y afirmamos que todo nuestro ser está seguro de que Él está con y en nosotros.

Sabiendo esta verdad ¿Por qué estamos desalentados?

Si en algún momento los pensamientos y situaciones nos comienzan a debilitar, que el Espíritu Santo que es quien nos recuerda todas las cosas, nos traiga a memoria esta realidad en la cual fuimos colocados.

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