08 Aug
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Introducción 

La vida cristiana está fundamentada en dos pilares esenciales: la Palabra de Dios y la oración. Ambos son medios por los cuales los creyentes pueden experimentar y disfrutar las riquezas de Cristo. El apóstol Pablo, en su carta a los Colosenses, nos exhorta a que "la palabra de Cristo more ricamente en nosotros" (Colosenses 3:16-17). Esto implica que la Palabra de Cristo debe tener un lugar preeminente en nuestras vidas, llenándonos y transformándonos. Acompañada de la oración, esta práctica nos lleva a una vida de gratitud, sabiduría y comunión con Dios. En este artículo, exploraremos cómo la Palabra de Dios y la oración pueden enriquecer nuestras vidas y fortalecer nuestra fe.

La Importancia de la Palabra de Cristo

Pablo nos insta a que "la palabra de Cristo more ricamente en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales" (Colosenses 3:16). Cuando la Palabra de Cristo habita en nosotros de manera abundante, ella transforma nuestro ser y nos guía en todas nuestras acciones y palabras. Esto significa que debemos permitir que la Palabra de Cristo penetre profundamente en nuestras vidas, reemplazando nuestras propias ideas y filosofías con verdades espirituales.

La Función Transformadora de la Palabra de Dios

La Palabra de Dios tiene múltiples funciones que operan en nuestro interior y ministran las riquezas de Cristo a nuestro ser:

1. Ilumina: "La exposición de tus palabras nos da luz, y da entendimiento al sencillo" (Salmos 119:130). La Palabra de Dios nos da claridad y guía en nuestras decisiones diarias.

2. Nutre: Jesús dijo, "No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo 4:4). Así como necesitamos alimento físico para vivir, necesitamos la Palabra de Dios para nutrirnos espiritualmente.

3. Riega: "Como descienden de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelven allá, sino que riegan la tierra, haciéndola germinar y producir" (Isaías 55:10). La Palabra de Dios refresca y sacia nuestra sed espiritual.

4. Fortalece: "Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno" (1 Juan 2:14). La Palabra de Dios nos da la fuerza para resistir las tentaciones y vencer el mal.

5. Lava: "Para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra" (Efesios 5:26). La Palabra de Dios nos limpia y nos santifica, preparándonos para ser más como Cristo.

6. Edifica: "Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados" (Hechos 20:32). La Palabra de Dios nos construye y nos hace más fuertes en la fe.

La Perseverancia en la Oración

Además de permitir que la Palabra de Cristo more ricamente en nosotros, Pablo nos exhorta a perseverar en la oración: "Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias" (Colosenses 4:2). La oración es el medio por el cual nos conectamos con Dios, absorbiendo sus riquezas y fortaleciendo nuestra relación con Él. Necesitamos dedicar tiempo a la oración, buscando a Dios en una atmósfera de tranquilidad y sin distracciones.

1- Orar en la mañana: Encontrar tiempo en la mañana para estar a solas con Dios nos permite comenzar el día en Su presencia, llenándonos de Su luz y gracia.

2- Acercarse al trono de la gracia: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Hebreos 4:16). Al acercarnos a Dios en oración, recibimos su gracia y fortaleza.

3- Permanecer en una atmósfera de oración: La oración constante nos mantiene conectados con Dios, permitiendo que Su Espíritu nos guíe en todas nuestras acciones y decisiones.

El Resultado de Permitir que la Palabra de Cristo More en Nosotros y Perseverar en la Oración

Cuando permitimos que la Palabra de Cristo more ricamente en nosotros y perseveramos en la oración, experimentamos una transformación completa. La paz de Cristo gobierna nuestros corazones y nuestras vidas reflejan su carácter. Nuestras distinciones naturales son eliminadas y nos convertimos en el nuevo hombre que Dios desea. La Palabra de Dios y la oración nos llevan a una vida de gratitud, sabiduría y comunión con Dios, haciendo que todo lo que hagamos sea en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de Él (Colosenses 3:17).

Conclusión

El disfrute de la Palabra de Dios y la perseverancia en la oración son esenciales para una vida cristiana plena y fructífera. Al permitir que la Palabra de Cristo more ricamente en nosotros y dedicar tiempo a la oración, somos transformados y fortalecidos en nuestra fe. La Palabra de Dios nos ilumina, nos nutre, nos fortalece y nos edifica, mientras que la oración nos conecta íntimamente con Dios, llenándonos de Su gracia y paz. Que cada uno de nosotros pueda experimentar estas riquezas y vivir una vida que refleje el amor y la gloria de Cristo.

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