30 May
30May

Durante la última etapa de las vacaciones de verano de este año, comenzamos con los jóvenes de la congregación a orar juntos todos los días durante dos meses. Uno de esos días, vino a mi espíritu la necesidad de orar para ser ejercitados aún más en nuestros sentidos espirituales.

Hebreos 5:13-14 dice: "Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal".

Me llamó la atención la parte que dice “para los que por el uso”, es decir, aquellos que ponen en funcionamiento los sentidos espirituales. Esto me llevó a examinar si realmente estábamos haciendo eso. Me preguntaba: ¿Qué voz estábamos oyendo?, ¿qué estábamos viendo, degustando, percibiendo, palpando durante los días que separamos tiempo para orar juntos en un mismo lugar?, y si lo que Dios estaba queriendo expresar estaba siendo bien recibido en nuestras vidas.

Particularmente, fueron preguntas que me llevaron a tener aún más conciencia, entendimiento y estima de Su vida en nosotros. Dios llamó mi atención para que no solo mi cuerpo estuviera en ese lugar, sino cada uno de mis sentidos atentos a Su dirección, para que verdaderamente fueran ejercitados en el discernimiento. Aquella facultad que el Espíritu nos da para que podamos distinguir entre lo que nace del corazón del Padre (bien) y lo que proviene de nosotros mismos (mal).

Es de suma importancia que podamos comprender porqué es necesario estar ejercitados en los sentidos espirituales, ya que de esto dependerá también el alimento que estemos consumiendo, si seguimos participando de leche (que no es mala, pero nos mantiene en inmadurez) o el alimento sólido que nos perfecciona. Como líderes juveniles, hijos de pastores, jóvenes, hijos de Dios, la madurez es algo que debemos alcanzar. No podemos conformarnos con el pensamiento de inexperto, de niño, porque esto traerá más frustración que crecimiento. Es un desafío que nos alcanza cada día, el volvernos “expertos” en la palabra de justicia, lo cual vamos logrando si comemos de Él. Ese alimento es el que va siendo transformado en nuestro interior como el combustible eterno que nos mantiene funcionales en el cuerpo de Cristo. 

1 Corintios 14:20 dice: "Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar".

El apóstol Pablo es un ejemplo de esto. Él tenía claro que nuestra mente debe ser gobernada por el modo de pensar de Cristo, para que todo lo que hagamos sea certero y eficaz. Como les habla en la carta a los Corintios, a quienes les comenzó dando leche espiritual para que pudieran entender el Evangelio y vivirlo fielmente, pero aun así, muchos se envanecieron en sus sentidos porque no los ejercitaron en la verdad, entonces se volvieron muy fáciles de engañar.

2 Corintios 11:3 dice: "Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo".

El apóstol eleva en estas cartas la medida de responsabilidad que tenemos como embajadores, como representantes de Cristo en la tierra y quienes tienen bajo su administración la vida de personas que han recibido y creído en el mensaje del Señor a causa de nuestra predicación. Podemos ver, según sus palabras, que una de las evidencias de que nuestro modo de pensar está siendo renovado día tras día, es que amamos a los demás de la misma manera en que nos amamos a nosotros mismos. Nos volvemos servidores que anhelan la preservación y potenciación de la vida del Hijo en quienes nos rodean y que entienden que no puede ser de otra manera que no sea siendo ejercitados en la verdad.

1 Corintios 9:19-23 dice: "Aunque soy libre respecto a todos, de todos me he hecho esclavo para ganar a tantos como sea posible. (...) Entre los débiles me hice débil, a fin de ganar a los débiles. Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles. Todo esto lo hago por causa del evangelio para participar de sus frutos".

Estar ejercitados en los sentidos es ver todo a través de los ojos de Cristo, es oír, gustar, palpar, oler todo desde su perspectiva eterna, desde Su evangelio. En pocas palabras, los sentidos naturales son lo que nos dan la capacidad de interpretación acerca del mundo que nos rodea; de la misma manera, funcionan los espirituales, haciéndonos receptores de la vida eterna que ahora tenemos en Cristo y que nos permite interpretarla correctamente.

Mateo 11:15 dice: "El que tiene oídos para oír, oiga".

Mateo 13:16 dice: "Mas bienaventurados vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen".

Salmos 119:103 dice: "¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca".

2 Corintios 2:14 dice: "Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento".

Hechos 17:27 dice: "Para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros".

Dios nos revela mediante Su Espíritu Santo todo lo que ya nos concedió en Cristo. Mientras nuestros sentidos estén activados, vamos a ser capaces de disfrutar Su vida con seguridad, no siendo distraídos ni engañados como lo puede ser un inexperto y niño, sabiendo que todo sucede por un plan mayor a nosotros mismos.

1 Corintios 2:9-10 dice: "Antes bien, como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios".



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