22 Feb
22Feb

Durante mucho tiempo, esta fue nuestra mayor incógnita: "¿Cuál es nuestro objetivo principal como líderes?" Y es a partir de esta pregunta que muchas veces caemos en establecer nuestros propios objetivos personales, que aunque pueden ser bien intencionados, si no van de acuerdo con lo que Dios nos envió a hacer, de nada servirá el esfuerzo.

Realizar reuniones entretenidas, con el pensamiento de "mejor tenerlos aquí adentro que allá afuera" y sin el enfoque correcto, es el problema de muchas congregaciones. El deseo de captar la atención de los jóvenes con estrategias y recursos humanos siempre será un error, creyendo así que más juegos o prédicas divertidas, e incluso imitar lo que vemos hacer a otros, nos ayudarían a alcanzar la meta.

Necesitamos escudriñar el corazón de Dios y ser participantes activos para conocer Su deseo. Esto es clave para mantener el enfoque y no caer en un extremismo que al final termina provocando estancamiento tanto en nosotros como líderes, como en los jóvenes que estamos administrando.

El objetivo central está claro en la encomienda que Jesús nos deja:

Mateo 28:19-20 "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."

Ser y hacer discípulos es lograr ser conformados a la imagen del Hijo. A través de este mandato de Jesús, podemos adentrarnos más profundamente en este tema y reflexionar sobre cómo desenvolvernos en nuestros contextos, buscando elevar nuestra conciencia para una mayor coherencia en nuestra administración.

1. Entender cuál es el diagnóstico de la ciudad o del ámbito en el que estamos trabajando es crucial.

Esto nos ayudará a trabajar conforme a un enfoque certero y resolver problemáticas en tiempo y forma, sin provocar un esfuerzo equivocado o que podríamos canalizar correctamente, teniendo claro nuestra participación como iglesia y así ser un aporte significativo para la sociedad.

Juan 17:15 "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal".

Establecer el Reino de Dios donde nos movamos es esencial. No fuimos llamados a encerrarnos en un auditorio, sino a ser entrenados para poder ser la expresión de este reino superior al cual pertenecemos. De este modo, más personas creerán.

2. Mostrar un Dios que no es una utopía sino alguien totalmente alcanzable mediante Cristo.

Con el tiempo, hemos mostrado incorrectamente una imagen de Dios que se tornó un poco utópica e inalcanzable en la vida de los jóvenes, provocando estrés, frustración y, muchas veces, apatía al haberse planteado una medida muy alta, incorrecta o descentralizada de Cristo. Y aunque es cierto que por nuestras propias fuerzas nunca lograríamos acercarnos a los estándares que Dios tiene, se nos ha dado una oportunidad mediante SU GRACIA para poder acercarnos y vivir una vida conforme a lo que Dios está esperando.

Juan 14:12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.

Vivir una vida 24/7 para Dios es y debe ser una realidad constante, primero en nuestras vidas y lograr que sea una realidad en la vida de los jóvenes.

3. Salirnos de nosotros mismos y enfocarnos en el deseo de Dios.

Cuando logramos ver con la visión de Dios, salimos de una vida centrada en nosotros mismos y ascendemos a la realidad de que hay una misión que excede nuestros sueños y deseos. Necesitamos sacar a los jóvenes de sus necesidades propias y llevarlos a contemplar que vivimos en un mundo que necesita a hijos expresando la vida de Dios. Esto es vital para poder alcanzar frutos, y esta debería ser nuestra meta: producir frutos coherentes a la vida de Cristo que nos habita. Sin frutos correspondientes al Propósito Eterno de Dios, jamás podrán conocerlo, y este es un desafío enorme que tenemos por delante.

Mateo 7:16-20 "Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis."


Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.