El liderazgo juvenil efectivo depende de la salud emocional de los líderes. Un líder emocionalmente saludable puede guiar a los jóvenes a través de sus desafíos emocionales y espirituales, mientras que las heridas no sanadas pueden crear un entorno tóxico. El proceso de sanidad incluye reflexionar, confrontar mentiras y aceptar la gracia de Dios.
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